A mí me ocurría en mi trabajo muchas veces. Confundía lo que hacía con lo que era. Tenía la loca idea que “valgo según mi desempeño, mi rapidez y mi buen hacer”.
Hasta hace un tiempo no me había dado cuenta. Tan familiar esa para mí esta sensación, que nunca me la había cuestionado. Tampoco le había puesto nombre, solo sabía que cuando no me quedaba satisfecha con mi trabajo, ese día me invadía una sensación muy desagradable de malestar, frustración y angustia. Me quedaba enganchada a esta sensación y necesitaba un buen rato para quitármela de encima.
Igualmente, cuando un día algo me salía bien o me felicitaban por algo, yo me crecía, me sentía valiosa y mi autoestima aumentaba.
Hasta que un día me di cuenta de que no tenía ningún sentido que mi autoestima subiera y bajara según mi desempeño laboral. Eso que yo hacía no podía definir lo que yo era. Entonces me di cuenta. Por un lado va lo que yo hago y cómo lo hago, y por otro lo que yo soy en esencia.
Mi desempeño va a variar mucho según circunstancias tan variopintas como mi momento de mi ciclo menstrual, como haya dormido esa noche o cuantas cosas haya dando vueltas en mi cabeza. Y absolutamente nada de todo esto determina mi valía personal.
Puedes desligar tu sensación de valía de tus resultados en la vida, de las relaciones que tienes, de tu aspecto físico… en realidad nada de esto define lo que TÚ ERES.
Es cierto que a veces consigues cosas geniales o tu aspecto físico es increíble, pero si dejas que esto determine (ante tus ojos) lo que tú vales, aunque en ese momento te sirva para subir tu autoestima, vivirás la otra cara de la moneda el día que no consigas lo que te propones, engordes unos kilos o alguien se enfade contigo.
En cambio, si tomas consciencia de esta separación y dejas de determinar tu valía según tu desempeño en la vida, mantendrás siempre una sensación estable de tu valía.
Esto no quieres decir que no intentes hacer las cosas lo mejor posible y dar lo mejor de ti, claro que si. Pero ya no lo harás para demostrar que eres valiosa, de hecho ya no tendrás la necesidad de demostrar nada a nadie, ni tampoco enfrentarás la amenaza de sentirte como una suela de zapato cuando un día no des lo mejor de ti.
Repito… NO NECESITAS DEMOSTRAR NADA A NADIE.
Tú ya eres valiosa porque sí. Tu HACER no determina tu valía. Nada de lo que hagas puede aportarte ni quitarte valor, así que te puedes dar el permiso para relajarte y disfrutar. Y de paso vivir la vida como el juego que es.
Feliz vida.
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