Muchas veces he oído que lo que crees, creas… y yo estoy convencida de que es así, pero no por arte de magia, sino por mi energía, mi lenguaje verbal y no verbal… en definitiva, por lo que yo voy dando a entender a los demás, que afecta a la forma en que los demás me perciben y por tanto, en como se comportan conmigo.
Te pongo un ejemplo con el tema del RESPETO… Pongamos que de pequeña no se me ha respetado. Mis necesidades no han sido vistas ni atendidas, he sido blanco de críticas, juicios y reproches, o incluso he podido ser ridiculizada o humillada. Por todas estas experiencias que he vivido, yo no me siento MERECEDORA DE RESPETO.
Pongamos que yo voy con esta sensación por la vida y sigo haciendo lo mismo que hacía entonces. Pongo las necesidades de los demás por delante de las mías, no pongo un límite cuando recibo críticas o juicios, me hago pequeña ante los demás, suelo quedarme en segundo plano, no me defiendo ante las descalificaciones… En realidad, lo que hago es mandar el mensaje a los demás (de manera inconsciente) de que no hace falta que me respeten, es como si les dijera “dejo en tus manos el decidir si me respetas o no”.
Obviamente, nos vamos a encontrar con personas en la vida que NO nos van a respetar.
Y cuando nos falten al respeto lo vamos a permitir, porque vamos a conectar con una sensación que, aunque de malestar, nos va a resultar familiar.
En cambio, si yo estoy convencida de que merezco respeto (porque tengo interiorizada esta sensación) sí pondré mis límites, sí me defenderé ante las agresiones, sí me daré un lugar a la altura de los demás, si valoraré mis pensamientos y mis sentimientos…
En este caso llevaré un cartel con un mensaje bien distinto, donde pondrá: “yo sé que merezco respeto y no voy a permitir que me trates de otra forma que no sea así”.
Y si me encuentro otra cosa dará igual ¿Sabes por qué? Porque pondré un límite a esa falta de respeto y con eso volveré a decir a los demás y a mí misma que yo merezco respeto.