Sueles pensar que NO ERES CAPAZ de hacer las cosas y esto termina haciendo que te dejes las cosas a medias o que directamente no las empieces.
Cuando tienes estos pensamientos te sientes triste y enfadad@, te provoca mucho malestar y es como si en el fondo te dijeras que no eres válid@.
No sabes cómo dejar de hacer esto ni entiendes para qué lo haces y esto te da la sensación de tener muy poco control sobre la situación.
¿Qué puedes hacer con todo esto?
En primer lugar te voy a contar algo sobre los pensamientos… Que pensemos algo no significa que sea verdad. Pensamos muchas cosas a lo largo del día, algunas de ellas son ciertas y otras no. El problema viene cuando nos creemos todo lo que pensamos, especialmente aquello que nos provoca malestar.
Tenemos la capacidad de cuestionarnos nuestros propios pensamientos. ¿Esto que estoy pensando es verdad? ¿Es cierto que no sea capaz? Si no lo intento no puedo saber si soy capaz o no, y en el caso de no ser capaz con mis herramientas actuales, puede que necesite adquirir otras nuevas. No saber no es lo mismo que no ser capaz o no valer.
Cuando cambio los pensamientos que me provocan malestar por otros más ajustados a la realidad y más útiles para mí, cambia también la forma en que me siento. Recuerda que tus emociones vienen de tus pensamientos, si cambias la forma de pensar también cambiará la forma en que te sientes.
Para poder hacer esto que te propongo necesitas prestar atención a eso que estás pensando. Y cuando digo prestar atención, me refiero a ir desarrollando tu testigo interno, que no es otra cosa que la capacidad de observación a eso que ocurre en tí (qué pienso, qué siento, cómo son mis sensaciones corporales…). Para ello, algo que viene genial es la meditación.
En la medida en que aprendo a escucharme y estar pendiente de lo que me pasa voy teniendo mayor capacidad de manejarlo.
El último asunto sería observar qué función tiene el que yo me diga que no soy capaz. Parto de la idea de que todo lo que hacemos es porque nos reporta un beneficio, aunque de primeras no lo veamos nada claro. ¿Cuál podría ser el beneficio aquí?
Por ejemplo, si soy una persona con mucho miedo al fracaso, el decirme que no soy capaz de hacerlo sería una forma de protegerme de ese fracaso. Digamos que me estaría protegiendo de un mal mayor, que sería fracasar. Prefiero no intentarlo a intentarlo y fallar.
En este caso tendré que explorar qué me da tanto miedo del fracaso, qué me cuento cuando fracaso, cómo me siento… en definitiva, qué es lo que tanto miedo me da y por tanto, trato de evitar.
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