Es enterarme de la vida. Porque vivo lo que se está dando, lo que ya es, en lugar de lo que quiero que sea. Lo que quiero que sea a veces solo lo puedo tener en mi mente y me tengo que ir ahí para poder obtenerlo, pero para ello me voy de la realidad, de lo que es, de mi cuerpo, de mis sensaciones…
Es conectar con mi parte sabia. Porque las emociones vienen a traerme un mensaje y son mi brújula en la vida. Me indican hacia donde ir y hacia donde no, qué necesito o que no quiero en mi vida, qué limites necesito poner y qué quiero dejar entrar. Si nos desconectamos de nosotras nos perdemos los mensajes que nos traen las emociones y fácilmente nos sentimos perdidas.
Es acompañarme. Porque al permitirme sentir lo que siento me quedo conmigo. Y es tan agradable sentir la presencia de una… Pocas cosas hay tan reconfortantes como la propia compasión hacia una misma, esa mirada amorosa y esa compañía agradable que nos podemos dar en cualquier momento que necesitemos.
Es sostener lo incómodo, entendiendo que tanto lo agradable como lo incómodo forman parte de un todo, que ambas partes son necesarias y que no puedo tener la una sin la otra.
Es estar tranquila. Porque debajo de la incomodidad que me provocan ciertas emociones conecto con la paz de no resistirme, de soltar, de permitir que sea lo que ya está siendo. Esta calma es independiente de eso que estoy sintiendo y es como una capa más profunda que lo impregna todo.
Es estar abierta a lo que la vida me pone delante, con actitud curiosa, en lugar de estar resistiéndome a lo que no me gusta y tratando de aferrarme a lo que sí. Es soltar la pelea de querer que las cosas sean de una manera.