Me gustaría empezar hablando de la exigencia de ser completamente independientes que encuentro en muchos/as clientes/as que vienen a terapia.
Parece que no fuera legítimo o adecuado buscar satisfacer nuestras necesidades afectivas, buscar relaciones significativas o querer conectar con los demás. Parece que lo adecuado fuera poder ser completamente independientes, no necesitar a nadie y poder manejarnos solos/as en el mundo. Creo que hoy en día esto se entiende como un signo de fortaleza y de salud, pues de lo contrario, corremos el riesgo de ser unos/as ‘dependientes’.
Desde mi punto de vista estaríamos hablando del polo opuesto a la dependencia emocional. Se trataría de la total independencia, donde deberíamos encontrarnos bien estando completamente aislados/as de los/as demás y no necesitar nada de nadie.
Como siempre, creo que en el punto medio está la salud. Ni el polo de la dependencia emocional, ni el de la total independencia y aislamiento son lugares de salud. Todos/as tenemos necesidades afectivas que cubrimos de diferentes maneras y no hay problema en ello mientras establezcamos relaciones de respeto e igualdad con los demás.
Dicho esto, pasamos ya a la siguiente pregunta…
¿Qué es la dependencia emocional?
Precisamente, es la dependencia emocional donde tenemos una dificultad para relacionarnos con los demás desde el respeto y la igualdad.
Dichas personas lo que establecen son relaciones asimétricas, donde se da una admiración y cierta sumisión a la persona con la que se establece la relación.
Éstas suelen ser personas que han tenido carencias afectivas importantes en su infancia y que al llegar a la edad adulta siguen buscando desesperadamente satisfacer, ahora en su pareja, aquello que no tuvieron de papá y mamá (y que legítimamente les correspondía).
Estas personas crecen con una carencia de seguridad y afecto, y suelen tener muy dañada su autoestima. Así, crecen creyendo que no valen lo suficiente, y por eso necesitan obtener de sus parejas (o de otras personas) esta validación que ellos/as mismos/as no saben que son capaces de darse.
Al ser el otro el que les tiene que aportar la seguridad, la validación, la atención, la mirada, el amor… se ponen en una posición donde el otro casi les hace un favor al estar a su lado.
Ni que decir tiene que hay un miedo tremendo al rechazo y al abandono, porque sin el otro yo no tengo valor, como dice la canción “sin ti no soy nada”.
¿Cuáles son los síntomas principales de los dependientes emocionales?
- Dan prioridad a la pareja sobre cualquier otro aspecto de su vida, llegando incluso a dejar de lado sus aficiones, amigos, familia…
- Hay un deseo constante de estar junto a la persona amada a cualquier hora.
- Quieren a la pareja exclusivamente para ellos, aunque luego esto no ocurra porque la persona dependiente acaba haciendo lo que su pareja decida.
- Idealización del compañero/a, con quien experimenta la sensación de que es alguien más importante que él/ella.
- Establecen relaciones de subordinación con sus parejas, donde se acaban dando situaciones de sumisión.
- Hay mucho miedo a la ruptura, por muy mal que se esté en esa relación.
- Si se produce la temida ruptura, se pueden llegar a sentir síntomas intensos de ansiedad e ideas continuas de contactar con la otra persona.
- Buscan relaciones con personas que tienen un determinado perfil (engreídos, distantes emocionalmente, egocéntricos…)
- Después de una ruptura buscan desesperados otra relación que tape la soledad.
- Continuarán en relaciones que les resultan dañinas por miedo a quedarse solos.
- Tienen baja autoestima.
- La soledad les provoca incomodidad e incluso ansiedad, pues no se sienten importantes sin la presencia de alguien.
- Tienen miedo a expresar lo que realmente piensan o sienten, por si pierden el apoyo o la aprobación de los demás.
- No son capaces de darse valor a sí mismos/as, por eso necesitan la validación externa.
¿Qué cosas nos ayudan a soltar esta dependencia emocional?
Ganar en autoestima
Darnos cuenta de que nosotros/as mismos/as tenemos la capacidad de cubrir parte de nuestras necesidades afectivas y empezar a hacerlo, es un paso importante para poder soltar esta dependencia emocional.
El dependiente emocional tiene baja autoestima, por tanto no se da a sí misma cariño, apoyo, escucha, mirada, atención, reconocimiento, validación, amor… y es por eso que lo busca desesperadamente en el otro.
En la medida en que es capaz de cubrir parte de estas necesidades ya no necesitará de manera tan desesperada al otro. Todo lo que gane en este sentido le servirá para aumentar su autonomía y su capacidad para sostenerse a sí misma.
Empezar a cuestionar eso que nos contamos
Poner conciencia a esas sensaciones y emociones, a la vez que observamos cuáles son esos pensamientos que los sustentan.
‘Yo no valgo por mí mismo/a’, ‘Soy débil’, ‘Sólo no puedo’… son algunos ejemplos de pensamientos clásicos de la persona con dependencia emocional. Son estos pensamientos o creencias los que la hacen sentir de la manera en que se siente.
El quid de la cuestión es que estos pensamientos no son verdad. Por mucho que yo los piense, eso no significa que sean verdad, solo que han aparecido en mi mente. Lo que yo luego haga con ellos (creerlos o dejarlos ir sin más) va a determinar cuál va a ser mi vivencia de las situaciones que se dan.
No es verdad que necesito desesperadamente a otra persona, no es verdad que sin ti no soy nada, no es verdad que sin tu aprobación yo no valgo… simplemente no es verdad. Depende de nosotros/as empezar a vivir sin darle credibilidad a todo eso que nos contamos.
Para ello solo necesito poner el foco en estos pensamientos y decirme ‘esto que estoy pensando no es verdad, es solo un pensamiento y elijo dejarlo ir’.
Dejar de buscar la aprobación de los demás
Agradar a los demás no es un problema en sí. Muchas personas lo hacemos de una manera totalmente sana con las personas que queremos. El problema viene cuando no podemos dejar de complacer a los demás, incluso si lo que nos piden va en contra de nuestros intereses de una forma importante.
¿Y por qué haríamos esto? Pues porque es tal la sensación de necesitar el amor y la aprobación de los demás (porque yo no soy capaz de darme ni un poco) que tratan de conseguirla incluso a costa de ellos/as.
Para salir de este lugar tendremos que empezar a dejar de agradar cuando el hacerlo nos suponga un conflicto con nuestros intereses, sosteniendo el miedo que nos provoca el posible rechazo de los demás.
De esta manera nos permitiremos ir teniendo experiencias en otro sentido, que nos llevarán a comprobar que el hecho de defender nuestros propios intereses no provoca el rechazo de los demás, sino todo lo contrario. Cuando nosotros/as nos valoramos, los demás también lo hacen.
Darnos cuenta de donde está nuestro valor
Cuando esperamos que sean los demás los que nos valoren, nos quedamos esperando que sean ellos/as los que nos den un lugar en el mundo.
Es importante darnos cuenta de cómo estamos centrados en los demás (en lo que piensan, en sus juicios) y nos olvidamos de nuestro propio criterio, que, por cierto, es tan válido como el de cualquiera.
Dar un espacio a nuestra validación interna es fundamental para volver a nuestro centro, sabiendo que nuestra valía no depende de nada ni de nadie, nunca está en juego.
Mucho menos va a depender de la opinión de alguien externo, que puede cambiar según sopla el viento o cómo se haya levantado esa mañana.
Incluso si llegamos a vivir un rechazo generalizado de nuestro entorno, podríamos revisar nuestro comportamiento, actitud, forma de relacionarnos… pero nunca cuestionar nuestra validez como individuos.
(Fuente: La superación de la dependencia emocinal).
Ahora para y respira… ¿cómo te sientes al leer todo esto?
Aquí te dejo unas pinceladas de aquello que puedes hacer para salir de la dependencia emocional, pero dejar atrás los comportamientos que llevas reproduciendo toda tu vida te puede llevar tiempo, ten paciencia.
Igualmente, te recomiendo que hagas este camino acompañado/a de ayuda profesional. Que empieces un proceso terapéutico y utilices tu dependencia emocional como un camino de crecimiento personal. Ya sabes que no es tanto lo que nos pasa, sino lo que hacemos con ello.
Nada más que decirte que me tienes a tu entera disposición si quieres que te acompañe en este camino.
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