Hoy quiero hablarte de las madres sacrificadas y para ello te voy a contar una pequeña historia:
Había una vez una mujer que quería lo mejor para su hija, así que hizo todo lo posible para que ésta tuviera una vida maravillosa. Por la felicidad de su hija sacrificó muchas cosas… se olvidó de sus amigos y dejó de salir a cualquier lado, pues con quién iba a estar mejor su hija que con ella. Hizo grandes esfuerzos económicos y trabajó durante horas y horas, para que a su hija tuviera siempre lo mejor. Sacrificó incluso a su pareja, pues nunca tenía tiempo para él, pues tan buena madre quería ser, que absolutamente todas sus atenciones eran para su pequeña.
Cuando esta niña se hizo adulta también fue madre de otra niña, e hizo exactamente lo mismo que su madre con ella, sacrificar su vida, su tiempo, sus amigos… para que su propia hija fuera la más feliz del mundo.
A su vez esta niña fue madre de otra niña ¿Y sabéis lo que hizo? Sacrificarse también por ésta…
Y ninguna de ellas fue realmente feliz, pues todas ellas vivieron igualmente sacrificadas por sus hijas… ¿Y sabes por qué? Porque nadie las había enseñado a ser felices, sólo las habían enseñado a sacrificarse.
Esta historia es exagerada, sí. Ninguna madre nos vamos a sacrificar por nuestras hijas hasta ese punto, pero sí hasta muchos otros puntos, porque perdemos de vista que la mejor manera de transmitir a nuestros hijos aquello que queremos, es incorporándolo nosotras primero en nuestras vidas.
Para mí uno de los mayores retos de la meternidad está siendo el tratar de equilibrar mis necesidades con las de mi hija, porque estoy cansada de leer que en la medida en que yo tenga mis necesidades cubiertas, voy a poder atender mejor las necesidades de mi hija.
Si yo estoy agotada, enfadada o deprimida, difícilmente voy a tener energía y disponibilidad para atender a nadie que no sea yo. En esos casos tendré que pedir ayuda (si puedo) para poder nutrirme yo antes de poder nutrir a nadie. Por mucho que yo sea la madre y la figura de apego principal, si en un determinado momento estoy sobrepasada, habrá manos que puedan maternar o cuidar a mis hijos mejor que yo, pues podrán ofrecerle lo que yo no puedo ofrecerle en esos momentos.
Así que a veces necesitamos alejarnos, escucharnos y nutrirnos nosotras, para poder volver, mirarlos y atenderlos como ellos necesitan. Además, al hacerlo les estaremos enseñando una importante lección, la de cuidarnos y respetarnos a nosotras mismas.
Así que intentemos cuidarnos, ser felices y realizarnos nosotras en la medida de nuestras posibilidades, por nosotras y también por ellos, para enseñarles a ser felices ellos también, en lugar de enseñarles a sacrificarse, descuidarse o poner las necesidades de los demás por delante de las suyas.
Por último, quiero mencionar el peso que supone para una persona el tener una madre que ha sacrificado su vida y sus sueños por ella. ¿Cómo se come esto? ¿Puedo yo darme el permiso de ser feliz si mi madre (o mis padres) no lo son? ¿Voy a permitirme ser feliz si yo he sido la causa de que mi madre sacrificara su vida y sus sueños? Así, muchas personas, de manera inconsciente, boicotean su vida y su felicidad, puesto que en el rincón más profundo de sus almas no creen merecerla.
No cargues a tus hijos con el peso de tu infelicidad o de tu frustración. Busca tu paz y tu bienestar. Éste es uno de los mayores regalos que les vas a hacer.
¡Qué bueno Ángeles!, como siempre. Muchas gracias por compartir.
Gracias Nuria! Me alegro de que te sirva. Un abrazo.
Muy bueno Angeles. Me he dado cuenta que la figura de la madre sacrificada y abnegada es muy típico de nuestras culturas latinas. Yo vivo y me ha tocado ser madre en Alemania. Las alemanas ejercen su maternidad de otra forma, suelen darle mayor independencia al niño y con ello consiguen un mayor espacio para cuidar de sí mismas, lo cual es muy positivo no solo para ellas, sino para toda la familia. Abrazos.
Cuidar al cuidador (en este caso cuidarnos) para que pueda cuidar con amor y atendiendo a las necesidades de sus hijos. Sin estos espacios, si estamos todo el día pegadas a ellos, pero saturadas, enfadadas, cansadas… difícilmente los vamos a poder atender como necesitan ni les va a servir nuestra presencia. Gracias por tu aportación!