Me encuentro con mujeres a las que no les sirve lo que reciben de sus parejas cuando son ellas las que tenido que pedirlo.
Tienen la creencia de que «lo bueno» es que la iniciativa salga de sus parejas. Esa sorpresa, ese plan o ese evento que a ellas tanto les apetece y además de la manera en que ellas necesitan.
– “Le he dicho a mi pareja que me hace ilusión ese viaje, pero claro… no ha salido de él”.
Esta frase implica que si lo tengo que pedir ya pierde valor, ya no sirve.
Ya no es como “debería ser”.
Pero esto es solo una interpretación nuestra, es algo totalmente subjetivo, pues soy quien le pongo y le quito el valor a las cosas. Soy yo quien creo en mi cabeza ese estándar de lo que está bien o está mal, de lo que debería o no debería ser.
Si no lo hago, soy yo la que me impido DISFRUTAR ESA EXPERIENCIA.
El tema es que al quitarle valor, esa experiencia YA NO ME NUTRE de la misma manera. Algo que me encanta, me hace ilusión y deseo, ya lleva una pega que me impide disfrutarlo plenamente.
Esa experiencia de la que podría nutrirme, me lleva a conectar con insatisfacción (que no es más que una forma de dolor).
¿Y de qué manera interpretamos esta experiencia para quitarle valor? Pues de diversas maneras, según la persona. Aquí te pongo algunos ejemplos:
Si tengo que pedirle a mi pareja lo quiero es que…
– no me conoce,
– no le importa suficiente nuestra relación,
– tiene otras prioridades,
– no me escucha,
– no me valora…
Al fina, de una u otra forma, todo se resume en un NO ME QUIERE LO SUFICIENTE.
El problema no es que tengamos estos pensamientos, el problema es que los creamos, pues nos vamos a sentir como si dichos pensamientos fueran ciertos.
Y ya estamos de nuevo siendo la fuente de sufrimiento de nuestras vidas.
Yo te propongo que sigas otro camino que consiste en cuestionarte estos pensamientos. Quedarte con los pensamientos que resultan útiles en tu vida (te acercan a tus objetivos) y desechar aquellos que no lo son (te alejan de tus objetivos).
El simple hecho de poner conciencia a nuestras interpretaciones y poder cuestionarlas (no creerlas) nos va a permitir vivir la experiencia de una manera completamente diferente.
Si tu pareja está dispuesta a complacerte en eso que deseas y te gusta… ¿porqué no simplemente disfrutarlo?
La otra persona no es adivina, no sabe qué nos apetece en cada momento, no sabe de qué humor estamos hoy… ¿por qué no guiarla? Y más si esa persona está dispuesta a complacernos.