La autoestima es la valoración que cada uno hace de sí mismo.
Está formada por la confianza y el respeto que sentimos por nosotros mismos.
Es un aspecto esencial a trabajar en el desarrollo personal.
La autoestima tiene mucho que ver con las vivencias que tuvimos de niños, principalmente con cómo fueron nuestras relaciones más cercanas. Tiene que ver con la medida en que fuimos respetados, nuestras necesidades fueron juzgadas o nosotros mismos fuimos validados.
Muchas veces, una baja autoestima nos hace aislarnos o nos dificultan el establecer intimidad emocional con los que nos rodean, por miedo a que nos evalúen.
Además nos va generando un malestar fruto de los sentimientos de falta de valía y de poder.
Este malestar es un aviso de que algo no va bien y de que necesitamos mirarnos. En realidad, este malestar viene a ayudarnos y darnos la oportunidad de conocernos un poco mejor.
Te invito a responder a las siguientes preguntas, porque aunque cada una en el fondo sabe dónde está, te pueden ayudar a tomar conciencia de eso que ya sabes.
• ¿Me atrevo a mostrarme como soy? ¿Me atrevo a expresar lo que siento y pienso?
• ¿Soy capaz de pedir cuando necesito algo? ¿Considero mis necesidades importantes?
• ¿En ocasiones me comparo y me siento inferior a los demás?
• ¿Qué partes de mí rechazo?
• ¿Me cuesta decir NO? ¿Cuáles son los motivos?
• ¿Dónde estoy poniendo mi valor personal?
Lo más recomendable para trabajar tu autoestima es hacer un trabajo terapéutico con la herramienta con la que tú te sientas más cómoda. De todas formas yo te propongo un ejercicio para que puedas ir practicando y empieces a notar algunos resultados:
Un gran antídoto para la baja autoestima es la compasión. Practicar la compasión, hacia una misma y hacia los demás, porque lo que es dentro es también fuera, así que tanto si la practicas hacia los demás como hacia ti misma, puedes ver resultados en tu autoestima.
Para practicar la compasión, podemos empezar haciendo un ‘como si’, que empezará como un juego para terminar integrando la experiencia en tu día a día.
Para cultivar esta compasión puedes empezar a mirarte como si no hubiera nada en ti que tú no puedas acoger o aceptar. Conecta con esta sensación varias veces al día para ir dándole espacios en tu vida.
A la vez puedes poner la atención en las veces que te juzgas, criticas o rechazas a lo largo del día, para ser más conscientes de estar forma de automaltrato y que así vaya cayendo por sí misma.
Escribe todos los días, aunque sean cinco minutos, sobre cómo te sientes y qué pensamientos te vienen a la cabeza en relación a todo esto. El escribir te va a ayudar a poner las cosas en orden y conocerte un poco mejor.
Un abrazo.
Ángeles Sánchez.