Cuando hablo tan flojo que casi no se me oye, cuando no me atrevo a expresar una opinión por miedo a que no estén de acuerdo, cuando intento modificar mi forma de ser para agradar a los demás, cuando no me atrevo a mostrarme feliz o no me atrevo a sobresalir por si despierto envidias, no me estoy afirmando.
El problema es que todo esto tiene un precio. Son cosas pequeñas que se repiten día a día y a veces nos pasan hasta desapercibidas. Pero no nos engañemos, poco a poco estoy dañando mi sentido de identidad personal y por tanto mi autoestima.
No es el mundo el que me daña, soy yo misma quien lo hago.
En cambio, sí me estoy autoafirmando cuando:
Me atrevo a expresarme a mí misma.
Me atrevo a ser tal cual soy, sin intentar aparentar otra cosa.
Siento que mis pensamientos, deseos y necesidades son importantes.
Tengo unos valores y vivo de acuerdo con ellos.
Me trato con respeto.
Recuerda… Tu vida te pertenece y no estás aquí para cumplir las expectativas de nadie.