Cuando estamos en el papel de víctima tenemos pensamientos del tipo “pobre de mí”, “siempre me pasa a mí”, “qué he hecho yo para que me pase ésto?”. Tenemos la sensación de que la vida es injusta con nosotras o no nos da lo que merecemos. Parece que las desgracias solo nos ocurren a nosotras.
Estamos instaladas en nuestra zona de confort, desde donde nos quejamos pero no hacemos nada para resolver esa situación que no nos gusta. “Es que yo soy así…” es una de las principales excusas que nos decimos para no pasar a la acción.
Creemos que nuestras vidas están determinadas por eso que hemos vivido, por haber tenido una infancia difícil, por lo que nos hicieron nuestros padres o por las circunstancias que han ido ocurriendo a lo largo de nuestra vida. Y sí, todo eso marca, nos afecta, arrastramos heridas… pero no determina cómo va a ser nuestra vida de ahora en adelante.
A un nivel energético, digamos que te puedes colocar en distintos roles: la víctima, la perseguidora (verdugo), la salvadora… Uno de las consecuencias de colocarte en este rol de víctima, es que te vas a encontrar con muchos perseguidores a lo largo de tu vida, ya que estos dos son roles que se complementan y de alguna manera se atraen.
¿Cómo te relaciones con los demás desde el papel de víctima?
Desde esta energía te vas a encontrar principalmente con los roles de perseguidor y salvador.
El perseguidor te va a machacar y te va a maltratar. Y lo hará a distintos niveles, no hace falta que sea maltrato físico. La víctima sigue ahí, no pone límites a este maltrato porque en el fondo ella cree que lo merece, que es lo que le corresponde.
El salvador, en cambio, vendrá a rescatarte, salvarte de tu propia vida y hacerse cargo de ti.
En ambos casos dejas de ejercer tu poder personal. En el primer caso porque no te defiendes, no pones límites y permites que otro te dañe. En el segundo caso porque si alguien se hace cargo de ti es que tú misma no lo estás haciendo, y esta postura es más propia de una niña que de una mujer adulta.
En el papel de víctima estamos inmovilizadas
Desde el papel de víctima realmente no ponemos solución a nada. Si te das cuenta estás en la queja y te sientes desgraciada. Te dedicas a lamentarte por lo mal que te va todo pero en realidad no haces nada para cambiar tu situación. Estás inmovilizada gastando tus energías en quejarte y lamentarte.
La víctima se queda inmóvil, no se cree capaz de hacer nada para defenderse o para salir de esa situación.
¿Cómo nos sentimos en el papel de víctima?
Si nos sentimos víctimas de los demás y de la vida, seguiremos apegadas a nuestras heridas del pasado, pensaremos en ellas como las causantes de nuestro malestar actual y no nos permitiremos seguir adelante.
Estaremos en una posición donde nos haremos daño nosotras y dejaremos que los demás nos hagan daño. Éste es el principal papel de la víctima, recibir maltrato, así que desde este lugar es lo que podemos esperar de la vida.
Cuando nos colocamos en el papel de víctima nos sentimos indefensas, débiles, pequeñas. Desde esta posición no nos valoramos ni nos respetamos, nuestra autoestima cae por los suelos. No nos sentimos merecedoras de recibir nada bueno, parece que lo que nos corresponde a nosotras es vivir en la desgracia y desde aquí la felicidad no tiene lugar en nuestra vida.
La responsabilidad como alternativa al victimismo
Lo opuesto al victimismo es la responsabilidad. Tomar las riendas de tu propia vida, hacerte cargo de aquello que necesitas, soltar el papel de víctima y pasar a la acción.
Este camino implica valorarnos y respetarnos. Ser amables con nosotras mismas.
Tomamos las heridas del pasado como aprendizajes en lugar de como hechos que determinan nuestra vida.
Nos sentimos merecedoras de felicidad y nos abrimos a ella.
Date cuenta de que nosotras en realidad no somos nada de “eso”. No somos víctimas ni verdugos, sino que son roles que adoptamos. Podemos ir cambiando de roles a lo largo de nuestra vida según las circunstancias y lo que nos despierta la persona que tenemos delante. Así, puede ser que aunque yo tienda a asumir el papel de víctima, cuando me encuentro delante de una persona que también actúa como víctima, me salga mi lado perseguidor con ella y entre en la crítica, por ejemplo.
Así que observa dónde te sitúas como primer paso para dejar de identificarte con estos roles. Una vez que los ves, ya solo necesitas SOLTAR, dejarlos ir. Entonces puedes tomar una posición más de adulta en tu vida, donde tú te hagas cargo de ti, donde tú pones límites para no permitir que otros te dañen, donde tú no te dañas.
Y sobretodo, donde tú sabes que el pasado es el pasado y que tu vida puede ser diferente a partir de HOY.
Hola!
Acabo de leer el post de » no tienes que sentirte sola » y éste me parece un añadido con mucho jugo, porque me da por pensar qué difícil encontrar el punto a buscar satisfacer nuestras necesidades con apoyo de los demás sin caer en el papel de víctima. Está muy bien tenerlo en cuenta para seguir observando.. ¡Gracias!