No tienes que vivir tú sola
Muchas personas hemos tenido o tenemos sentimientos de soledad en algún momento de nuestras vidas. Creemos que somos nosotras las únicas que vivimos sintiéndonos así, pero nada más lejos de la realidad.
Yo, que trabajo con personas, lo veo a menudo. Muchas mujeres dicen sentirse solas.
Si a ti también te ocurre, te traigo unas reflexiones para que amplíes tu conciencia sobre el tema y así puedas ver el asunto desde otras perspectivas que te puedan servir.
A veces tenemos gente que nos quiere y se interesa por nosotras a nuestro alrededor, pero no nos permitimos acercarnos a ellos.
No les hablamos por no molestar, por no preocupar, por miedo a que nos rechacen si vamos con nuestros problemas. Así nos privamos de los recursos que tenemos para sentirnos apoyadas y comprendidas, para sentir que hay alguien que se preocupa por nosotras.
La gente no puede leer nuestra mente, no podemos esperar el que salga de ellos el preguntarnos lo que necesitamos, por muy cercanos que sean y mucho que nos quieran. TUYA ES LA RESPONSABILIDAD de pedir lo que necesitas a quien lo necesites. Si no lo haces serás tú la que te estés negando esta ayuda, cuando es probable que tengas gente alrededor dispuesta a prestártela.
Darle al otro la oportunidad de ayudarnos también puede ser un regalo para él. A todos nos satisface poder echar una mano a alguien que nos necesita. Muchas estamos dispuestas y contentas de poder consolar, apoyar o ayudar a nuestra gente cuando están pasando por un momento difícil. ¿No te pasa a ti con los demás? ¿Entonces por qué no les iba a pasar a los demás contigo?
A veces nos ocurre que no somos capaces de mostrarnos vulnerables ante los demás.
Tenemos la idea de que mostrarnos vulnerables es mostrarnos débiles, y nada más lejos de la realidad… Hace falta mucha valentía para mostrar tu lado más vulnerable.
Cuando muestras esta parte te dejas ver. Permites a los demás conocerte y por tanto, quererte (no se puede querer aquello que no se conoce). Estableces relaciones más íntimas, satisfactorias y cercanas.
Cuando te dejas ver triste, angustiada, frustrada… permites que los demás empaticen contigo, te cuiden, te apoyen y se preocupen por ti. Si escondes esta parte y muestras sólo tu mejor cara, nadie va a saber cuando necesitas ayuda o apoyo (no pueden adivinarlo, y menos si tú lo disimulas) y no te vas a poder nutrir de estas relaciones que ya tienes.
Otra creencia que me encuentro es el de la gente que no quiere preocupar a los demás.
Creen que si le cuentan a alguien cercano lo mal que están, van a hacer a esa persona sentirse triste y desgraciada. En este caso estamos protegiendo a los demás de nosotras mismas ¡cuando, en realidad, los demás no necesitan que los protejamos!
Es cierto que los demás se pueden sentir tristeza o preocupación si nos ven mal, porque empatizan con nosotras y nos aprecian, pero estas emociones forman parte de la vida. Vamos a sentir tristeza, enfado, frustración… muchas veces. Y las vamos a poder gestionar porque ya somos mujeres adultas.
No tienes que pasar tus desgracias y tus penas tú sola. Permítete el generar cierta preocupación en los demás. Puede que se preocupen o puede que no, puede que a los cinco minutos de hablar contigo ya estén contentos y felices, o tal vez no. El caso es que no lo sabes.
Permítete afectar a los demás con tus cosas, tanto tus problemas como tus alegrías. Forma parte de la vida y de las relaciones.
Busca esta compañía allí donde te la den
Muchas veces nos empeñamos en buscar el amor y la compañía en los mismos sitios, aún habiendo experimentado una y otra vez el dolor del rechazo o la crítica. Tenemos ideas preconcebidas de dónde tenemos que buscarlo (la familia de origen, o la pareja con la que llevamos 20 años), pero la realidad es que a veces estos lugares no nos sirven para cubrir nuestras necesidades de apoyo, amor y compañía. Simplemente a veces no se da donde se supone que se debería dar.
No debemos, por ello, renunciar a satisfacer estas necesidades. La solución es tan sencilla como buscar satisfacerla en otra parte, con otra gente.
Puede que para ello necesites rodearte de gente nueva, más afín a ti, más respetuosa. En definitiva, gente con la que te sientas a gusto y que te nutra. Recuerda que eres tú la responsable de crear las condiciones necesarias en tu vida para satisfacer todas tus necesidades.
No te quedes estancada allí donde no te valoran y no te respetan, por mucho que sea tu familia, por muchos años que lleves en esa relación. Tú mereces sentirte valorada y respetada, tener relaciones íntimas de calidad, disfrutar de amor, apoyo y compañía. No tienes que renunciar a nada de ésto.
Legitima tu necesidad de apoyo y compañía
Todas tenemos esta necesidad y todas el derecho de satisfacerla. No te sientas rara o distinta por querer compañía, o por sentirte mal si aún no la tienes.
Estamos diseñadas para vivir en comunidad, somos seres sociales, y todas nos sentimos mal cuando no tenemos esta necesidad cubierta, cuando nos sentimos solas o cuando nos rechazan.
No eres dependiente por necesitar relacionarte con los demás. Lo que te hace dependiente es tener una única persona para satisfacer esta necesidad de apoyo y compañía. Te hace dependiente el no ser flexible como para permitirte buscar aquello que necesitas donde te lo pueden proporcionar.
Tú no tienes que estar sola, así que busca la manera de no estarlo.