Cuando sentimos miedo podemos hacer dos cosas:
- Dejarnos llevar por él. Entonces es cuando nos paralizamos y dejamos de hacer aquellas cosas que queremos hacer o que sabemos que son buenas para nosotras. No decimos algo que necesitamos decir por miedo al rechazo o no reivindicamos nuestros derechos en el trabajo por miedo a que nos echen. Aquí el miedo nos ha ganado la partida y ha sido por falta de consciencia.
- Hacer las cosas a pesar del miedo. Es posible hacer las cosas con miedo. Yo puedo sentir el miedo al rechazo, puedo ser consciente de él y desde ahí dejar hueco para algo más. Puedo darle un espacio en mí a este miedo, pero sin que lo ocupe todo. Dejamos hueco para algo más y entonces es cuando el miedo ya no nos paraliza. Siento el miedo, soy consciente de él y puedo hacer lo que quiero hacer, con miedo. Lo cojo de la mano y doy los pasitos en la dirección que necesite.
Otra cosa es cuando somos conscientes de algún miedo, pero todavía no estamos preparadas para dar el paso, todavía no nos sentimos con suficiente fuerza.
Puede que yo tenga una pareja que no me conviene, que no me hace bien. Aun sabiéndolo y teniendo consciencia de todos mis miedos (a quedarme sola, a sentir el dolor de la pérdida…) todavía no me siento capaz de dar el paso y dejarla. Esta bien así, mientras hagamos las cosas con consciencia… Puedo permitirme esperar, puedo hacer lo que necesite (como ir a terapia) para estar más fuerte y poder dar el paso.
Lo que no sirve, nunca, es negar, evitar o intentar no sentir mi miedo. Si acepto el miedo y les doy un lugar, acabará cumpliendo con su misión y en la mayoría de los casos se podrá marchar. El resto es estar en la pelea con eso que siento y al final, a lo que me resisto le doy más fuerza.