Una mujer sabia habita en todas nosotras. Ella sabe. Ella tiene los mapas para guiarnos por el mejor camino. Cuando nos toma de la mano y nos guía nos sentimos seguras y tranquilas, pues no hay nada que temer.
Andamos por la vida desconectadas de esta parte nuestra, de nuestra sabiduría, nuestro instinto, nuestro poder. A veces caminamos incluso como niñas pequeñas y asustadas en cuerpos de mujeres adultas. Niñas que creen no saber, niñas que se sienten desprotegidas o que buscan amor donde sea y como sea.
Esta niña también habita en nosotras. Es nuestra niña interior, pero no somos nosotras. Es solo una de las partes que habita en nosotras. Pero, a veces, aparece con tanta fuerza que creemos ser ella. Nos quedamos rígidas en este personaje y así nos privamos de utilizar muchas herramientas que sí poseemos como mujeres adultas: fuerza, poder, recursos…
Llevamos tantos años identificándonos con nuestra niña interior que nuestras reacciones son totalmente automáticas. Desde aquí obedecemos sin cuestionar, nos dejamos faltar al respeto, idealizamos a los demás o los percibimos como más importantes que nosotras, no nos damos el espacio que nos corresponde, no expresamos lo que sentimos o pensamos, nos percibimos como pequeñas y vulnerables…
¿Te identificas con algo de esto?
Nos sentimos como esa niña pequeña que un día fuimos, sin darnos cuenta de que ya somos adultas.
Vamos por la vida sintiéndonos pequeñas y vulnerables. Con miedo.
Y en realidad solo necesitamos darnos cuenta de cómo nos sentimos niñas pequeñas e indefensas, para caer en la cuenta de que eso que siento no es la realidad. Sí, puedo cuestionar mis sentimientos, y sí, algunas de las cosas que siento no son verdad.
Solo necesitamos conectar con la mujer sabia, salvaje y poderosa que también habita en nosotras. Darle también un espacio y enseñarlas a convivir.
En ocasiones conectaremos con nuestra niña, que nos hablará de sus (nuestros) miedos, necesidades, inseguridades… y podremos cuidarla y apoyarla desde la mujer adulta que ahora sabemos que somos.
En otras ocasiones necesitaremos recurrir a la mujer sabia, para decidir, para orientarnos, para conectar con lo que queremos y necesitamos, para sentir la fuerza que tenemos para seguir adelante, para cuidarnos, para darnos nuestro lugar, para sentir nuestro poder.
Espero que al leer estas líneas hayas podido conectar en algún momento con tu mujer sabia. Ahora puedes darle un espacio en tu vida, imaginarla, honrarla, agradecerle y pedirle ayuda cuando lo necesites.
Ella siempre está ahí para ti.