En mi artículo de la semana pasada te hablaba sobre mi lista de mantras y precísamente uno de ellos era este: “ESTÁ BIEN COMO SOY”.
Te invito a que repitas esta frase varias veces internamente, y que pongas atención a lo que pasa en tu cuerpo cuando la dices. ¿Sientes tensión en alguna parte de tu cuerpo? ¿Sientes alguna emoción? ¿Puede que te relaje escucharte decir esta frase? ¿O puede que no te la creas y entonces genere tensión en alguna parte de tu cuerpo?
Escúchate un poquito…
Esta frase, viene a decir que no necesitas cambiar tanto, que ya estás bien así, tal y como eres AHORA.
Habrá cosas que podamos hacer para mejorar, SIEMPRE, pero eso no quita que ya estemos bien, que ya seamos suficiente, que ya merezcamos amor y respeto, principalmente nuestro propio amor y respeto.
Yo estoy a favor del cambio, de seguir trabajándonos siempre para aprender a vivir mejor, a tener una vida mejor. Para mí es la mejor inversión que puedo hacer, en tiempo y en dinero.
Creo que en cada momento hacemos lo mejor que podemos con el nivel de conciencia y las herramientas que tenemos, así que no podemos hacer algo mejor hasta que no adquiramos nuevas herramientas que nos lo permitan. Por tanto yo me tomo la vida como un camino de crecimiento personal, donde siempre va a ver algo que pueda observar y sanar.
Y a la vez que aspiro a cambiar, a estar mejor y vivir mejor cada día, me puedo aceptar con lo que tengo en este preciso momento. Acepto que ahora mismo estoy donde estoy y está bien así.
Además, aquí y ahora, me dejo ser, libre y auténtica. Me permito expresarme y me dejo ver, porque lo que soy está bien. Porque cuando no considero que está bien, lo que hago es aislarme, esconderme y no dejarme ver. Porque entonces me avergüenzo y me siento inadecuada. Me juzgo, me critico y me reprocho internamente, y aquí viene la pelea con lo que soy.
Y esta pelea no trae más que sufrimiento. Y este sufrimiento no viene de que yo sea como soy, no tiene que ver con que yo sea tímida, o miedosa, o sienta vergüenza. Este sufrimiento viene de mis propias emociones hacia mí, hacia eso que me pasa.
Te pongo un ejemplo: puede haber alguna situación que me haga sentir vergüenza, pero cuando yo soy consciente de que siento vergüenza y pienso que se me nota, que la gente se está dando cuenta, entonces me avergüenzo de mi propia vergüenza (es rizar el rizo!). Empiezo a juzgar mi vergüenza. Quizás me digo que no debería sentirla, o me digo que ya no tengo edad para estar así. Y esto que yo me digo y esto que yo siento respecto a mi vergüenza es lo que de verdad me hace sufrir.
Por tanto, no sufrimos por ser como somos, sufrimos por lo que nosotras nos hacemos por ser así.